Hace unos años atrás se conocia casi unicamente el vendaje compresivo, de inmovilización o el vendaje funcional.
Este tipo de vendaje implica una inmovilización de la zona afectada y actualmente se utiliza practicamente en dos situaciones: inmovilización post fractura simple y post luxación articular normalmente cuando hay ruptura ligamentaria asociada. Es decir, para impedir que una linea de fractura aumente (en casos que no sea necesario yeso o intervención quirurgica) o para impedir que una articulación se mueva después de haber sido corregida su posición. Puede también ser utilizada para inmovilizaciones post-cirurgicas.
Con el vendaje neuromuscular tenemos un rango de actuación bastante más amplio.
Este tipo de vendaje fue creado con el objetivo de imitar la textura de la piel, de forma que al ser aplicado se adaptará automaticamente a la epidermis .
Dependiendo de la forma de corte, de la tensión aplicada y de la dirección en la que se aplica el vendaje, se pueden obtener diferentes tipos de acción en el organismo.
Si queremos soportar una articulación después de un esguince por ejemplo, el vendaje será aplicado de forma a contrariar el movimiento nocivo (el que causó la lesión) para que así se estabilice la articulación y se eviten las recidivas.
Un caso bastante común es también el dolor cervical y lumbar por posturas de flexión de cuello y por levantamento de cargas, respectivamente. En ambas situaciones se pueden aplicar VNM para relajar la musculatura tensa y/o contracturada, preferentemente después del tratamiento manual, para potenciar la recuperación de la lesión.
Muy útil también como coayuda al tratamiento de linfedema, por ejemplo, después de una cirugia vascular o de una mastectomia, promocionando el drenaje linfático y mejorando la circulación sanguinea.
Puesto que el material del VNM es antialérgico puede tambien ser aplicado en pediatria para varias situaciones y en embarazadas, por ejemplo para alivio de la tensión en el bajo vientre, lumbago, etc.